Los fabricantes de artículos y proveedores de servicios relacionados con el IoT generarán en tres años ingresos superiores a los 300.000 millones de dólares
Esta tecnología extenderá su uso de forma generalizada en los próximos años.
El Internet de las Cosas, término utilizado para referirse a los dispositivos electrónicos que envían y reciben información a través de Internet, se está convirtiendo en un gran negocio.
Hace 20 años, estar conectado a Internet significaba utilizar un aparatoso ordenador y conectarse a la red a través de la línea telefónica. Hoy en día, cualquiera que lleve un monitor de actividad, como FitBit o Garmin, ya está conectado. Internet también se encuentra en los electrodomésticos o en los sistemas de riego controlados desde un smartphone.
Los pronósticos del informe When Everything is Media elaborado por elInstitute for The Future, radicado en California, nos acercan al mundo de las denominadas “comunicaciones ambientales”, cuyos expertos identifican como el tercer gran hito de la comunicación del último siglo que arrancó con la comunicación de masas en los años 50 del pasado siglo, donde la televisión jugó un papel crucial; y continuó con la comunicación social en los albores del milenio con Internet y las redes sociales.
Las “comunicaciones ambientales” nacen de la premisa de que las infraestructuras de las comunicaciones se insertarán en el mundo físico con mensajes e interactuaciones que se adaptarán a las necesidades que marque el contexto y anticiparán movimientos futuros. Básicamente, lo que anticipa el Internet de las cosas: elementos conectados entre sí que toman decisiones inteligentes en función del contexto.
Los dispositivos conectados permiten mejorar la eficiencia y productividad de las compañías
Para las compañías, los dispositivos conectados presentan una oportunidad única. Bill Ruh, director de operaciones digitales en General Electric, ensalza el Internet de las Cosas como “el camino para llegar al siguiente nivel en productividad”.
Los sensores de equipamiento electrónico que utilizan esta tecnología están recopilando información constantemente. Las empresas pueden hacer cálculos a partir de estos datos, normalmente utilizando aprendizaje automático, para obtener más información acerca de sus clientes, sus máquinas y su cadena logística. Esta abundante cantidad de información debería, en teoría, ayudar a los responsables a tomar mejores decisiones. Los investigadores esperan que las compañías aumenten el gasto en esta tecnología para aprovecharse de los posibles beneficios de conectar todo a Internet.
El concepto del IoT fue propuesto por el británico Kevin Ashton en el año 2000 en el Massachusetts Institut of Technology, donde auguró un mundo conectado por máquinas capaces de tomar decisiones por sí mismas. Hoy en día las implicaciones de este nuevo ecosistema afectan a todos los sectores de la Economía. Se calcula que, cada segundo, una media de 127 cosas establece conexión con Internet. El grupo Gartner pronostica que a finales de año habrá en el mundo 8.400 millones de cosas conectadas, un tercio más que en 2016. La previsión para 2020 es alcanzar los 20.400 millones de conexiones.
VOLUMEN DE NEGOCIO
Los fabricantes de artículos y proveedores de servicios relacionados con el IoT generarán en tres años ingresos superiores a los 300.000 millones de dólares, con un valor añadido en la economía global que superará los 1,9 billones de dólares, según Gartner.
El fabricante de microchips Intel prevé, por otro lado, que en 2020 cada ser humano del planeta contará con 26 objetos inteligentes conectados. El crecimiento será vertiginoso y el impacto en la economía mundial ofrece cifras mareantes. La consultora McKinsey estima que en 2025 el ecosistema de las cosas conectadas alcanzará entre 3,5 y 9,8 billones de euros. Para hacernos una idea de las magnitudes, si tomamos la cifra más elevada de esta previsión el impacto equivaldría al 11% de la economía global en ese momento.
Nos adentramos en un mundo de ciencia ficción que no dista de la realidad más de una década, en el que el enriquecimiento sensorial, la “evolución digital de las especies”, los hologramas de personajes históricos o familiares fallecidos, el biomedia, la presencia disociada, el entretenimiento orquestado por máquinas, los recuerdos automáticos o la gestión de los derechos del cuerpo humano nos acercarán a un mundo difícilmente imaginable hace pocos años.
El Internet de las cosas jugará un papel crucial en este panorama al que se suman tecnologías como la inteligencia artificial, los medios inmersivos (aquéllos que facilitan vivencias en primera persona a través de realidad virtual) y el desarrollo de la velocidad de la red.
No es de extrañar que en este entorno que dibuja el Institute for the Futurelas grandes empresas tecnológicas como Google, Microsoft o IBM apuesten por la contratación de filósofos. No se trata únicamente de aportar soluciones a los conflictos éticos que sin duda acarrearán las tecnologías en todos los ámbitos de la vida sino también de razonar, de discurrir y anticipar situaciones para las que no estamos aún preparados.
El instituto norteamericano analiza algunas de las utilidades más disruptivas que la tecnología aportará a la humanidad en una década:
Expansión sensorial: “Los sentidos se están conectando a las redes de una manera que nos permitirán desplegar los órganos sensoriales casi en cualquier lugar. Los robots de telepresencia podrán enviar nuestros ojos y oídos al cielo, bajo el océano, o a lugares en los que no podríamos estar físicamente, como zonas radiactivas”. Eventualmente, los sensores inalámbricos transmitirán información multisensorial que nos permitirá oler y saborear la cocina que se sirve en otro continente”.
Evolución digital de las especies: El informe considera que en los próximos años “cada uno de nosotros podrá tener una Inteligencia Artificial omnipresente propia. “Imagínese llamando a su cocina y pidiéndole que prepare la cena, charlando con su coche acerca de las noticias del día o pidiendo a su colchón que le cuente una historia para acostarse”.
Biomedia: “Nuestros propios cuerpos y sus funciones biológicas más básicas, desde la temperatura corporal, la transpiración y el movimiento ocular, se convertirán en puntos de datos que se podrán transmitir en tiempo real a profesionales” y expertos de distintas disciplinas “que los analizarán para entender mejor qué estamos haciendo, dónde y por qué. Los resultados podrán utilizarse como retroalimentación para cambiar nuestras experiencias”.
Animación y reanimación: “Humagrams u hologramas humanos de personajes vivos, fallecidos o ficticios”, se convertirán en nuevos compañeros de viaje. Si a esto unimos la inteligencia artificial y la memoria automática, los modelos de aprendizaje permitirían en el futuro a los hologramas comportarse como lo habría hecho la persona real, ya que el sistema habrá aprendido durante décadas de sus respuestas ante cualquier situación y las replicará.
Presencia disociada: “Durante la próxima década la realidad aumentada y las capacidades de procesamiento nos permitirán liberarnos de la versión plana del espacio virtual y experimentar las superposiciones digitales físicamente. Surgirán nuevas maneras de experimentar la realidad mixta, permitiéndonos experimentar una presencia física compartida a través del tiempo y el espacio, dando a nuestros espacios físicos finitos la inmensidad de la realidad virtual”.
Búsqueda inteligente: “En el futuro, las máquinas serán capaces de identificar los fenómenos del mundo” lo que facilitará que “pueda buscarse y clasificarse de nuevas maneras. Los avances en la visión de los ordenadores y el aprendizaje de las maquinas automatizarán el proceso de etiquetado de personas, lugares y objetos en fotos, vídeo y audio”.
Entretenimiento orquestado por máquinas: “Durante décadas, los datos han facilitado la creación de contenido de entretenimiento. A medida que los algoritmos mejoren en la inferencia de lo que gusta a la gente y por qué, los utilizaremos en el proceso creativo para iluminar qué elementos agregar o excluir de una historia o una canción para atraer a una audiencia más amplia.
Recuerdos automáticos: “Durante la próxima década, veremos el surgimiento de cámaras portátiles y sistemas que irán más allá de la captura simple para cuidar activamente momentos preciados de nuestras vidas, que incluirán respuestas emocionales del usuario. Sin embargo, esto creará nuevas preguntas sobre cómo capturar, curar y compartir nuestros recuerdos y quién será el autor de los mismos”.
Gestión de los derechos del cuerpo: “Al permitir la tecnología que la información sea capturada y comunicada directamente a nuestros cuerpos, tendremos que gestionar nuestros datos personales y controlar cuidadosamente los permisos sobre cómo, cuándo y qué tipo de información se incorpora y se comunica a través y desde nuestros cuerpos”.
El informe también detalla cómo nuestras respuestas emocionales cambiarán a medida que estas nuevas tecnologías surjan y maduren. Para Red Falcon, director de programas del Institute for the Future “las tecnologías de la próxima década evolucionarán hacia una infraestructura de comunicaciones que englobará todas las redes inalámbricas, los sensores integrados, la computación en la nube y la inteligencia artificial para agregar capas de significado y capacidad de respuesta a nuestro mundo. Estaremos completamente envueltos en tecnología, donde todo lo que nos rodea estará recolectando, procesando y devolviendo datos”. Sin duda, un mundo de ciencia ficción que a pesar de su inminencia resulta difícil de asumir.
Sin embargo, el Internet de las Cosas viene acompañado de una serie de problemas dentro del mundo real, desde cuestiones éticas acerca de las compañías que espían a los empleados hasta la vulnerabilidad de las organizaciones frente a los ciberataques.
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